Hice
señales de zumo con lo que quedaba de mi media naranja tras haberla
estampado contra la pared. Corté por lo sano y me salió un gusano
de la razón. Como fruta que acaba de salir de estado cítrico puedo
afirmar que no hay nada mejor que que te coman de una pieza, para que
no te desjugues de camino a cualquier boca. Y que si existe alguien
que me ha querido más que nadie, con pepitas en mi interior
incluidas, esa soy yo.
El
amor de mi vida son mis miedos, mis 'no puedo', mis 'estoy bien', mis
'déjame en el suelo, que quiero ver el cielo', cada uno de
mis defectos, pero sobretodo mis complejos. Y por ese corazón puedo
decir que también he sido la que más me he odiado.
Así
que probablemente me deje las encías por ser una fruta incapaz de
cambiar de ambiente sin helarse, pero no me cambiaría por cualquiera
que permita quemarse sabiendo que es inflamable. Aunque daría
cualquier cosa por no tener
un alter ego con complejo de granada. Y por ser yo siempre, y no sólo
cuando estoy conmigo, a solas.