lunes, 5 de enero de 2015

Semilla del 96.

   Hice señales de zumo con lo que quedaba de mi media naranja tras haberla estampado contra la pared. Corté por lo sano y me salió un gusano de la razón. Como fruta que acaba de salir de estado cítrico puedo afirmar que no hay nada mejor que que te coman de una pieza, para que no te desjugues de camino a cualquier boca. Y que si existe alguien que me ha querido más que nadie, con pepitas en mi interior incluidas, esa soy yo.

   El amor de mi vida son mis miedos, mis 'no puedo', mis 'estoy bien', mis 'déjame en el suelo, que quiero ver el cielo', cada uno de mis defectos, pero sobretodo mis complejos. Y por ese corazón puedo decir que también he sido la que más me he odiado.

   Así que probablemente me deje las encías por ser una fruta incapaz de cambiar de ambiente sin helarse, pero no me cambiaría por cualquiera que permita quemarse sabiendo que es inflamable. Aunque daría cualquier cosa por no tener un alter ego con complejo de granada. Y por ser yo siempre, y no sólo cuando estoy conmigo, a solas.