jueves, 4 de febrero de 2016

Cáncer.

La muerte sólo tiene viaje de ida,
por eso nunca volverás a mí.


Mi herida abierta desde antes de nacer.
Porque yo crecí con tu cáncer,
viví en un bosque
empañado por tu ausencia
-a día de hoy todavía lo habito-.


Me ahogué en el grito
y en el llanto primitivo.
Me planté en una realidad
donde el precio del
rescate estaba por las nubes.


Aprendí que no siempre sabes
cómo empiezan tus raíces,
pero sí dónde acaban:
en la misma persona.


Estas hojas habrían resistido
cualquier tormenta si ayer
hubieses respirado naturaleza,
si hubieses dejado la electricidad
a otras muertes,
si no fueses héroe de esta tierra,
de estas vidas.


Crecer sin ti sólo ha merecido la pena.
A este cuerpo le sobran todas las ramas
si tú no las cuidas

como cualquier abuelo cuidaría a su nieta.