viernes, 27 de mayo de 2016

Carta a mi hermana cuando llegue a la universidad o el desencanto de la educación.

   Cuando entres aquí todo te resultará emocionante. Has estudiado y trabajado mucho durante estos dos años para conseguir entrar en la carrera que tanto ansías. O quizá no tanto, pero por suerte tú tienes las cosas más claras y las ideas más organizadas. Aun así, el objetivo es entrar. Sí o sí, no queda otra opción. Si no te gusta ya se verá. Para hacer otra cosa siempre estás a tiempo, o eso dicen.

   Como te iba diciendo, al principio estarás encantada: amigas nuevas, unas instalaciones aceptables, unas asignaturas que en teoría te gustan,... Pero no tardarás mucho tiempo en descubrir la otra cara: profesores que no están dispuestos a enseñarte, clases donde no aprendes nada y exámenes donde los ejercicios poco o nada tienen que ver con el contenido impartido en clase. Y que no te engañen, el problema no es tuyo (en gran parte). Aunque no llegues a los resultados esperados, o aunque suspendas, tú no tienes la culpa de que un profesor de una universidad pública sólo tenga como objetivo cobrar un sueldo fijo a final de mes, ni de que te hagan comprar sus libros para que... no sé aún para qué, la verdad; y tampoco tienes la culpa de que tu profesor sólo sea capaz de leer unas diapositivas donde al final desistirás y dejarás de ir a clase, igual que el resto de tus compañeras. A pesar de que éste no es tonto y puede cambiar su metodología seguirá haciendo lo mismo año tras año, porque al fin y al cabo es lo más cómodo, y mira tú por dónde, la gente hasta aprueba (no gracias a ellos, claramente).

   Si no te quejas, bien, porque estarás formando parte del resto de ovejas que sigue el rebaño, y créeme, no tienes ninguna necesidad de ser la alumna de entre 60 u 80 compañeras a la que tienen fichada durante los próximos cuatro o seis años, porque ellos son los que decidirán si los papás pagan el doble de la matrícula el curso siguiente por hacer la misma mierda (que nos importa más que el hecho de estar aprobados o suspendidos). 
Pero si decides quejarte, ten en cuenta que ellos tampoco tienen la culpa, ellos tampoco pueden hacer nada porque esto es así de siempre y mira qué fácil te lo vamos a poner: si no te gusta te vas, que tú estás aquí porque quieres. Y claro que quiero estar aquí, igual que todas mis compañeras. Elena, aquí todas queremos aprender, pero aún no ha venido nadie a decirnos "sabemos que lo estamos haciendo de culo y vamos a cambiarlo, todas juntas", aquí nadie nos garantiza que salgamos al mundo laboral y vayamos a trabajar en base a lo que nos han enseñado. 

   Porque nos enseñan a desaprender según sus criterios, en vez de dedicarse a formar profesionales.Y mira, como al otro se la suda a mí más y aquí nadie hace nada. ¿Por qué a quién le va a importar unas universitarias que sólo buscan tener un presente y un futuro digno cuando ellos ya tienen lo suyo sobre seguro?
En fin, con suerte tendrás uno o dos profesores por curso que realmente disfruten con lo que hacen y quieran enseñarte algo. Los reconocerás porque son los únicos que podrás valorar, porque por desgracia, se salen de la media en cuanto a eficiencia y profesionalidad.

  Y si todo va bien, aprenderás algo cuando acabes (o dejes) la carrera.
  Y si todo va más que bien, en seis años tendrás un papel donde no se reflejará toda la mierda que has tragado, pero al menos pondrá que has estudiado medicina. Al fin y al cabo es lo que cuenta, ¿no?

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